lunes, 2 de julio de 2018

Leyendas urbanas

 El cuento de  Edgar A. Poe hecho realidad en Buenos Aires

Domingo nublado en la ciudad, decido ir a sacar fotos una vez más al cementerio de La Recoleta. Entre pasillos angostos, tumbas y mármoles a perpetuidad llego hasta la bóveda de la familia de Rufina Cambaceres.
Rufina era una chica que pertenecía a una familia de la alta sociedad porteña de fines de 1800. Vivía con sus padres, el escritor Eugenio Cambaceres y la bailarina italiana Luisa Bacichi, en una casona por la avenida Montes de Oca, en el barrio porteño de Barracas.
El papá de Rufina murió cuando ella tenía 5 años y su madre volvió a formar pareja algunos años después.
La vida continuó para Rufina y se convirtió en una muchacha dulce e inteligente que pasaba sus días entre la casa en la ciudad y el campo familiar.
Una noche la joven Rufina, que tenía 19 años, se estaba preparando para asistir a una velada en el teatro Colón, cuando cayó desplomada. Su madre y una empleada corrieron desesperadas a su lado para ayudarla a incorporarse, pero la chica no despertaba. Pidieron entonces que la revise un médico que casualmente se encontraba también en la casa. Las palabras que salieron de la boca del galeno fueron: falta de signos vitales e infarto.
Al día siguiente, en medio del dolor de su familia, Rufina fue llevada en su ataúd al panteón familiar del cementerio de La Recoleta. A partir de ahí se sucedieron los hechos que dieron origen a la leyenda de la chica que murió dos veces. Esa noche el cuidador del cementerio escuchó ruidos que provenían de la bóveda de Rufina pero no se acercó a ver que sucedía, tal vez por miedo o incredulidad.
A la mañana siguiente, se apersonaron allí, el cuidador y la familia de la muchacha, revisaron la bóveda y se encontraron con una escena dantesca. El ataúd estaba movido y tenía rasgaduras en su interior, el cuerpo, como si hubiera librado una batalla por salir, con semblante lleno de terror: Rufina había sido dada por muerta pero estaba viva.
Despertó en la noche y con todo el terror del mundo, luchó con desesperación por salir de esa caja que la contenía, su corazón se paralizó, ésta vez sí tuvo un paro cardíaco.
Lo que padeció Rufina, que le hizo pasar por un estado parecido a la muerte, fue catalepsia, y su caso fue el primero registrado en el país.